- La Vieja Guardia

La larga transición crea incertidumbre

Fecha: 14 oct 2018

Cd. de México (14 octubre 2018).- Una transición de 153 días entre la elección de un Presidente y su toma de protesta siempre va a generar incertidumbre, advierte el jurista Diego Valadés, quien desde hace décadas ha advertido sobre los impactos negativos del interregno mexicano.

Valadés enumera algunas de las consecuencias de la larga espera que se está generando en la alternancia entre el priista Enrique Peña Nieto y el morenista Andrés Manuel López Obrador: parálisis, falta de bases legales para tomar decisiones y desgaste político de quienes integrarán el gobierno.

"Desde luego es muy largo el proceso. Sin duda, representa un problema para el gobierno saliente, porque es un gobierno que enfrenta parálisis. Y, por otro lado, los apremios de la vida cotidiana de un Estado exigen toma de decisiones que no pueden llevar a cabo quienes todavía no asumen el poder. De suerte que esto que en su momento calificó De la Madrid como interregno, genera una gran incertidumbre para una sociedad", comenta el abogado constitucionalista.

Valadés, ex procurador general de la República y ex ministro de la Corte, recuerda que Miguel de la Madrid bautizó este periodo como "interregno", citando a Gramsci, filósofo italiano que usó esa palabra para definir ese momento de crisis en el que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo aún no puede nacer.

De la Madrid sufrió en carne propia los efectos de la larga transición entre un gobierno que agonizaba y un proyecto que no podía echarse a andar, en medio de una profunda crisis económica y con la nacionalización de la banca como episodio central. La decisión de expropiar los bancos, que enfureció a la clase empresarial, fue tomada por José López Portillo el 1 de septiembre de 1982, tres meses antes de dejar el poder, y el entonces Presidente electo la conoció horas antes de ser anunciada en el último informe de su antecesor.

"¡Qué trágico ver el desplome de López Portillo en sus últimos tres meses de gobierno!, ¡cómo destruyó la imagen de la Presidencia de la República!, ¡qué severo el daño que con ello se causó!", escribió de la Madrid en su crónica del sexenio 1982-1988, Las razones y las obras.

Diego Valadés hace ver que cada transición tiene su propia dinámica, en función del estilo del nuevo Presidente y las condiciones del gobierno que se va.

Recuerda que el presidente Vicente Fox tomó la fallida decisión de delegar en head hunters la formación del gabinete; Felipe Calderón tomó las riendas en medio de la crisis por la ilegitimidad de su elección, y Enrique Peña Nieto tuvo que hacer acuerdos y equilibrios al interior del PRI y sus diversas corrientes, antes de formar su gobierno.

López Obrador, en cambio, comenzó a trabajar desde el 2 de julio, luego de ganar las elecciones con una ventaja abrumadora: 30.1 millones de votos que lo convierten en el primer Presidente con mayoría absoluta de la era posterior al régimen hegemónico del PRI, y el primero con mayoría absoluta en las dos Cámaras del Congreso, lo que no ocurría desde antes de 1997.

"Por primera vez fuera del periodo del llamado régimen hegemónico, tenemos un Presidente en estas condiciones. Esto implica un cambio muy importante en la conducción de la política mexicana, porque nunca se establecieron derechos para las minorías políticas en el Congreso y el axioma de la democracia pluralista -que consiste en que la mayoría gobierna y la minoría controla- no se va a producir. La mayoría va a gobernar, pero no habrá una minoría con facultades constitucionales para controlar a la mayoría", advierte.

Esto, señala Valadés, genera otro tipo de incertidumbre.

"El país queda a expensas del talante democrático del Presidente y la mayoría que lo apoya. Esto implica un elemento de incertidumbre en cuanto a la conducción democrática del gobierno mexicano. Podemos tener la suerte, y ojalá que así sea, de que haya el talante democrático, pero no podemos asegurarlo, porque no hay ningún tipo de instrumento constitucional que lo garantice", señala.

Funcionarios sin funciones

Valadés considera afortunado que López Obrador haya anunciado un gabinete desde diciembre de 2017, un equipo que fue ratificado casi por completo en julio pasado.

Esto permite que no lleguen a improvisar, pero advierte que esta anticipación, en un proceso tan largo de transición, también genera problemas.

"En tanto que los designados, por primera vez de la historia política mexicana, fueron anunciados desde hace mucho, pero se les ratificó después del 1 de julio, lo que estamos viendo es una constelación de funcionarios sin funciones.

"Esto propicia que, al no haber aún el desempeño total de funciones, pero al sí estar designados, se den conflictos previos a la asunción del poder que no contribuyen a la cohesión del gobierno, que debe ser muy homogéneo. Ésta es una presunción, presunción basada en las múltiples versiones, comentarios, en las múltiples especulaciones que están en el debate público. Y las conjeturas de si llegan o no al 1 de diciembre como titulares todos, y quiénes sí y quiénes no", comenta.

Sin embargo, Valadés confía en que el capital político acumulado por AMLO en su campaña, y aún antes, que se tradujo en su alta votación, se mantenga firme hasta el 1 de diciembre, cuando empezará realmente a gobernar y a sufrir el desgaste del poder.

"El nivel de expectativa es muy alto, hay una justificada esperanza", agrega.

Fuente: Reforma.