- La Vieja Guardia

Murió el escritor y catedrático español Federico Álvarez

Fecha: 18 may 2018

Federico Álvarez Arregui —escritor, traductor, editor, catedrático universitario y crítico literario— murió a los 91 años, después de luchar durante casi 15 años en contra de un cáncer que terminó por vencerlo. Figura notable que el exilio español trajo a México, es recordado también como uno de los pilares docentes de las últimas décadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

"Tengo ochenta y seis años. Me imagino a mí mismo esperando tranquilo la muerte. Es una imagen que me satisface, que acaricio a mi gusto: me veo más o menos lúcido, sereno, sin grandes dolores; se que todavía me quedan algunos minutos, acaso algunas horas. Estoy en casa, en mi cama, tal vez sentado en un sillón. Pero es como un fusilamiento. Miro fijamente la boca de los fusiles."

La frase la escribió en el libro Una vida. Infancia y juventud (2013). Tres años más tarde, ya muy cerca de los 90 años de edad, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes pronunció otras palabras que bien podrían servir como su epitafio: "Cuando yo me vaya, con más de 90 años, recordad que he dicho esto: sed buenos, nobles y quered a la facultad", se refería, por supuesto, a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

"Era un hombre contradictorio: al mismo tiempo que era humilde, era excesivamente orgulloso. Eso mismo hizo que se prodigara en la docencia y se resistía mucho a escribir su propia obra", recordó el también filósofo Jaime Labastida, quien compartiera años de amistad y reflexión tanto en el ámbito académico, como en el profesional, pues Federico Álvarez trabajó varios años en Siglo XXI Editores.

"Para publicar La respuesta imposible —prosigue el poeta— tardé muchos meses en obligarlo a escribir y casi en arrancárselo de las manos; consideraba que si colgaba en su casa su título universitario era una muestra de vanidad. Se prodigaba en la amistad, en la conversación con los amigos, en la docencia, pero se resistía a escribir su propia obra".

En ese homenaje en Bellas Artes, Hernán Lara Zavala lo evocó como un profesor que no era "de fácil convencimiento, pero aun con eso, todos los alumnos lo quieren, respetan y recuerdan" y que siempre se sentiría "agradecido y beneficiado con tu sabiduría, amistad, modestia y decencia”.

Elena Poniatowska recordó que "las discusiones con él (eran) una delicia y que su sentido del humor ayuda a comprender conceptos filosóficos que de otra manera serían insoportables”.

Además de lamentar su muerte, amigos y alumnos lo recordaron por las enseñanzas que legó. La escritora Anamari Gomís —su colega en la FFyL— dijo que Álvarez fue un "gran maestro, gran pensador, un vanguardista y un hombre afable".

La lingüista Julia Pozas dijo que quienes, como ella, tuvieron "el privilegio de ser sus alumnos en su querida FFyL, lo recordaremos como un hombre sabio, íntegro, generoso y como un profesor excepcional".

Del la Guerra Civil a su nuevo hogar

Federico Álvarez nació en San Sebastián, España, en 1927; a los 13 años salió al exilio a Cuba, a causa de la Guerra Civil de España, y fue hasta 1947 cuando arribó a nuestro país, se propuso estudiar ingeniería, aun cuando al final se decantó por la licenciatura en Letras de la FFyL, porque según él en Minería "no había muchachas lindas como en filosofía".

Después de titularse, regresó a Cuba para impartir clases como profesor en la Universidad de La Habana, donde se mantuvo por casi cinco años. Hacia 1971 viajó a España, donde lo nombraron director del Fondo de Cultura Económica, y fue en 1982 que volvió a México para convertirse en un referente académico en la UNAM.

Colaboró en revistas como Diorama de la Cultura, Cultura de México de Siempre! o la Revista de la Universidad de la UNAM

Desde ese año ha sido profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, impartido cursos de historia de la literatura, teoría literaria y semiótica y en 2003 recibió el Premio Universidad Nacional en el área de Docencia en Humanidades.

Durante el homenaje en Bellas Artes, en 2016, Federico Álvarez reconoció que si bien la vida le había deparado múltiples satisfacciones, también hubo desazones, en especial por haber viajado tanto de un lugar a otro, hubiese preferido "quedarse en su tierra, que es México, y en su casa: la UNAM". Aquí, seguramente, se quedará.

Fuente: Milenio