- La Vieja Guardia
Esta es la historia de las melodías mexicanas que en la Yugoslavia de los años 60 coparon las ondas de las radios, y los jóvenes que hicieron cola para comprar vinilos en cuyas portadas aparecían músicos tocados con sombreros de ala ancha y vestidos de charro. Mariachis de apellido eslavo que triunfaban a base de corridos en serbocroata.
Bienvenidos a la época dorada del Yu-Mex, el estilo que resultó de la adaptación de la música popular mexicana por cantantes y músicos de la antigua Yugoslavia.
Entre finales de los 50 y finales de los 60, esta fusión mexicano-balcánica hizo bailar, cantar y emocionarse a un país que ya no existe. En los 90, Yugoslavia se fragmentó en siete Estados: Eslovenia, Croacia, Serbia, Macedonia, Montenegro, Bosnia Herzegovina y Kosovo.
Puede que aquellas canciones -y, en gran medida, el país en que sonaban- sean apenas un recuerdo entre las generaciones más mayores.
Hoy, de las tiendas y de los bares del centro de Belgrado, la capital de la actual Serbia, junto al fresco del aire acondicionado, sale la melodía del "Despacito" de Luis Fonsi. Ni rastro de "Cielito Lindo" o "Las mañanitas".
Les pregunto a varios jóvenes si conocen alguno de estos clásicos y su respuesta es una mirada de desconcierto y extrañeza.
Pero cuando les pido a los de más edad que escuchen una de esas canciones se les ilumina el rostro. Por un momento, la música que sale del móvil les hace viajar a décadas atrás.
"Cada país tiene sus cosas. Pero México…"
Para recordar aquel tiempo me reúno con Slavko Perovic, una de las mayores estrellas delgénero Yu-Mex, en una cafetería del centro de Belgrado.
Cebello blanco, cara redonda y camisa a rayas, Perovic, de 83 años, pierde el gesto serio cuando le pregunto por su pasión por la música mexicana.
"Se me llena el corazón de orgullo de haber cantado esa música. Para mí es uno de los repertorios más bonitos que existen (…). El español es fenomenal para cantar… ¡Qué bien suena!", afirma.
Perovic trae una carpeta llena de postales "de cuando tenía más pelo", fotos en blanco y negro de sus actuaciones en festivales de música, recortes de prensa, recuerdos familiares…
Este viejo "mariachi" amante de la ópera llegó a vender más de un millón de discos en los 60 en un país de apenas 16 millones.
"Soy soldado de levita, de esos de caballería, de esos de caballería, soy soldado de levita… ", entona el corrido en voz baja y se interrumpe porque teme molestar a la escasa clientela del café.
"Cada país tiene sus cosas. Pero México… Cuando escucho estas melodías, se me ponen los pelos de punta. Todo eso sale de aquí… del corazón apasionado", dice en español mientras se da unos golpes en el pecho.
Gracias a él y a otros músicos como él, millones de yugoslavos sintieron como propia la música mexicana.
La fuerza del cine
El Trío Jovanovic, Dukic, Tomljanovic, el Ansambel Magnifico, el Trío Paloma o el Trío Tividi fueron algunos de los artífices del movimiento Yu-Mex.
Pero, ¿cómo llegaron a este rincón de Europa melodías y letras procedentes de miles de kilómetros de distancia?
"Las radios estatales pasaban de ellos. La música se extendió gracias a las radios locales. Todas ellas tenían programas de discos dedicados y la gente pedía canciones de estilo yu-mex. Para mi madre, para mi hermano, para mi enamorado…", cuenta Mazzini.
Sin embargo, según relata Nikola Karovic, uno de los cantantes Yu-Mex más conocidos y pareja artística de Slavko Perovic durante algunos años, el mismo mariscal Tito era un amante de este tipo de música.
"Canté para Tito 102 veces en 33 años. Él prefería escuchar canciones mexicanas y sudamericanas", asegura en el documental Yu-Mex.
Pero la conexión entre el público yugoslavo y la música y el cine mexicanos responde también a razones que van más allá de la "geopolítica cultural" de la Guerra Fría.
Las canciones mexicanas hablan de amor, de dolor, de desengaño, de heroísmo, de muerte. Y en Yugoslavia encontraron una audiencia ávida de esos temas.
Como en el resto de Europa, el recuerdo de la II Guerra Mundial, que había dejado más de un millón de muertos en el país, estaba todavía muy presente en aquellos años.
"Gran parte de la población estaba de duelo por alguien. Y estas canciones tristes y emocionales conectaron bien con el público. Cuando era pequeño recuerdo haber visto 'Un día de vida' en un cine lleno de mujeres mayores llorando desde el principio hasta el final", afirma Mazzini.
"Hay también una conexión que podríamos llamar antropológica en la cuestión del sufrimiento cristiano que los mexicanos representan mucho en su cultura y también la gente de los Balcanes. Es una visión del sufrimiento como algo positivo. Cuando más sufres, mejor persona eres", añade el escritor.
Patria y corazón
Slavko Perovic resume este vínculo emocional de una forma sencilla.
"Los mexicanos son muy parecidos a los serbios. Como nosotros, son temperamentales. Cuando se ríen, ríen de verdad y cuando lloran, lloran de verdad", afirma mientras apura su café.
La música Yu-Mex entró en declive a finales de la década de los 60 hasta prácticamente desaparecer.
La irrupción del rock y el pop hicieron que los jóvenes se interesasen más por otros ritmos y los Beatles y los Rolling Stones sustituyeron a los mariachis como fuente de inspiración.
Casi 50 años después, las huellas de aquel estilo se limitan a la nostalgia y a ciertas influencias en algunos músicos. Las telenovelas son hoy, quizá, la principal influencia cultural latinoamericana en los países de la ex-Yugoslavia.
Gracias a ellas, no es extraño encontrar a jóvenes que dicen entender el español y hablarlo "un poquito".
En cambio, para quienes vivieron aquella época, la música mexicana sigue siendo parte fundamental de la banda sonora de sus vidas.
"Si me preguntan qué sería si volviera a nacer… sería cantante. Cantante de música mexicana", asegura Slavko Perovic.
Fuente: BBC Mundo.